Llamo al destino para que me devuelva mi alma.
Friedrich Hölderlin
Amar es dar hasta que duela.
Anónimo
Como la García, no hay ninguna.
Antonia García de Videgain
Que el mundo tiene sólo una significación física y no moral es el mayor error y el más pernicioso error fundamental, la verdadera perversidad del pensar, y en el fondo, es también lo que la fe ha personificado como el anticristo.
Arthur Schopenhauer
En ciudades y países la gente es distinta y hace a las ciudades distintas. La ciudad es así porque su gente es así.
Clorindo Testa
Algunas muertes no son golpes, sino contusiones que se esparcen oscuras, sin ser vistas, y que nunca llegan a desaparecer del todo.
Doris Lessing
La pregunta de si un computador puede pensar no es más interesante que la pregunta de si un submarino puede nadar.
Edsger Dijkstra
La ilusión es hacer creer que la literatura es muy similar a la vida y es exactamente lo contrario. La vida es amorfa, la literatura es formal.
Françoise Sagan
El hombre ya no es el hombre encerrado, sino el hombre endeudado.
Gilles Deleuze
En conclusión, somos anti imperialistas porque somos marxistas, porque somos revolucionarios, porque oponemos al capitalismo el socialismo como sistema antagónico, llamado a sucederlo, porque en la lucha contra los imperialismos extranjeros cumplimos nuestros deberes de solidaridad con las masas revolucionarias de Europa.
José Carlos Mariátegui
No me gustan las etiquetas. Te limitan, y yo no quiero límites.
Madonna
Unos nacen para hacer la historia y otros para padecerla. Unos para dantes y otros para tomantes.
Manuel Vázquez Montalbán
Las cosas empiezan a encajar con absoluta perfección cuando estamos concentrados en lo que queremos.
Paulo Coelho
El amor y el temor deben estar unidos: el temor sin amor se vuelve cobardía; el amor sin temor, se transforma en presunción. Entonces uno pierde el rumbo.
Pío de Pietrelcina
Lo reconocería únicamente por mi odio.
Prosper Jolyot de Crébillon
Cuentan que el obispo Warburton decía que la nobleza de la sangre era algo de lo cual nadie hacía descrédito, excepto aquellos que no la tenían; y que jamás conoció a ninguno que se vanagloriase de ella si tenia otra cosa de qué enorgullecerse.
Richard Whately