El ocio representará el problema más acuciante, pues es muy dudoso que el hombre se aguante a sà mismo.
Friedrich Dürrenmatt
El desvanecimiento de los ideales es la triste prueba de la derrota del esfuerzo humano.
Alfred North Whitehead
En el arte como en el amor, basta con el instinto.
Anatole France
No existe ningún buen ministro de Finanzas; solo los hay malos y peores.
André Kostolany
El nuevo amigo es como el vino nuevo: envejecerá, y lo beberéis suavemente.
Anónimo
Lo ordinario se da la mano con lo extraordinario cada dÃa.
Bradley Cooper
Si bien las personas son importantes, no sucede lo mismo con sus relaciones, y que, de manera más concreta, se hacÃan demasiadas alharacas en relación con el matrimonio; a pesar de siglos de abrazos carnales, el hombre no estaba más cerca que antes de entender a sus semejantes.
Edward Morgan Forster
Nadie puede pensar lo que quiere ni hacer pensar a otro lo que a él se le antoje. Lo único que puede hacerse es observar atentamente a una persona; generalmente se puede decir luego con exactitud lo que piensa o siente y, por consiguiente, también se puede predecir lo que va a hacer inmediatamente.
Hermann Hesse
La primera mirada de Jesús no se dirige al pecado del ser humano, sino a su sufrimiento.
José Antonio Pagola
Cuando tu corazón busca desesperado a alguien, tus ojos son capaces de encontrarle entre la multitud.
Leonor Antón
Cada vez que emites un juicio o una crÃtica, estás enviando algo que terminará por volver a ti.
Louise Hay
Maldecid a los descontentos, vosotros los que amais la estabilidad del hongo; el descontento es el nervio más poderoso del progreso.
Práxedis G. Guerrero
O se tienen muchas ideas y pocos amigos o muchos amigos y pocas ideas.
Santiago Ramón y Cajal
Es mucho mejor atreverse a cosas grandes, cosechar triunfos gloriosos aún marcados por el fracaso, que aliarse con esos pobres espÃritus que ni mucho ganan ni mucho sufren porque habitan en la penumbra donde ni la victoria ni la derrota se conocen.
Theodore Roosevelt
El avaro se roba a sà mismo. El pródigo, a sus herederos.
Thomas Fuller
No hay enemigo peor ni más dañoso para el alma que tú mismo, si no estás bien avenido con el espÃritu.
Tomás de Kempis