¿Cómo ve el mundo un caballo o un águila, un venado o un perro? ¡Qué pobre, qué falta de alma es nuestra convención de situar animales en un paisaje que pertenece a nuestros ojos, en lugar de sumergirnos en el alma del animal, para descubrir su horizonte!
El era un muchacho plástico de esos que veo por ahí, con la peinilla en la mano y cara de yo no fui.