Muchas veces se hace el bien para poder hacer impunemente el mal.
François de La Rochefoucauld
Nunca estarás solo si tienes un libro.
Al Pacino
El hombre es un milagro químico que sueña.
Alfred de Vigny
Un amigo es un amigo hasta tanto se demuestre lo contrario.
Amauri Pérez
Ser capaz de ocupar inteligentemente los ocios es el último producto de la civilización.
Bertrand Russell
Todos los hombres creen que todos son mortales, excepto ellos mismos.
Edward Young
Entre dos explicaciones, elige la más clara; entre dos formas, la más elemental; entre dos expresiones, la más breve.
Eugeni d'Ors
Qué triste le pone siempre a uno la alegría de los tontos, en el manicomio como en el fútbol o en la tele.
Francisco Umbral
¿Cómo no si en Estados Unidos nos gastamos cuarenta mil dólares al año por cada preso, y ocho mil en educar a un alumno de primaria?
John Grisham
No hay muerte más gloriosa que la del campo de batalla, cuando se combate, por la honra de la patria. Si triunfa, merecerá el perdón de los buenos ecuatorianos; y su gloria no tendrá ya un insuperable obstáculo.
Juan Montalvo
Tenemos que reducir la corrupción a sus justas proporciones.
Julio César Turbay
Cuanto más probable es el mensaje, menos información contiene. Por ejemplo, un clisé proporciona menos información que un gran poema.
Norbert Wiener
La idea de lo sagrado es simplemente una de las ideas más conservadoras en cualquier cultura, ya que busca convertir las otras ideas - la incertidumbre, el progreso, el cambio - en crímenes.
Salman Rushdie
El que de amor la tiranía siente, ya al principio, ya al fin, es desgraciado; sólo es feliz quien goza el bien presente, sin que a su idea sirvan de cuidado los males que pasó de pretendiente, ni los que pasará de jubilado.
Tomás de Iriarte
Si yo a Cuba le cantara, le cantara una canción tendría que ser un son, un son revolucionario, pie con pie, mano con mano, corazón a corazón, corazón a corazón. Pie con pie, mano con mano, como se le habla a un hermano.
Víctor Jara
Mitiguemos los sufrimientos de nuestros compañeros de prisión.
Virginia Woolf