No prestéis crédito a nadie, ni a mí mismo, a no ser que las enseñanzas estén corroboradas por razones y argumentos sólidos.
Francisco Sánchez de las Brozas
La gratuidad no es nunca gratuita.
Alfred Sauvy
En los inicios de un amor los amantes hablan del futuro, en sus postrimerías, del pasado.
André Maurois
No es verdadera norma de conducta la que se descubre fuera del hombre, es decir, la que no deriva directamente de la propia naturaleza humana.
Confucio
Y ha seguido días y días, loca, frenética, en el enorme tren vacío, donde no va nadie, que no conduce nadie.
Dámaso Alonso
La voz de la verdad que resuena en los corazones corrompidos se parece a los sones que retumban en los sepulcros sin despertar a los muertos.
Georges-Jacques Danton
¿Sabe que no ha parado de hablar desde que he llegado? ¿la habrán vacunado con la aguja de un tocadiscos?
Groucho Marx
Lejos de allí, las estrellas esperaron a que el grito del pájaro de la muerte llegara hasta ellas para poder observar el final, por fin, de la raza de los hombres.
Harlan Ellison
Yo hacía bien mi trabajo, pero jamás había sentido el menor apego o entusiasmo por lo que hacía.
Haruki Murakami
Veo la vida y las cosas como una lucha y detrás de ella está la recompensa.
Harvey Keitel
La pérdida de la riqueza es la pérdida de la tierra, como los sabios de todos los tiempos afirman; El hombre feliz va sin camisa.
John Heywood
¿De qué otra forma se puede amenazar que no sea de muerte? Lo interesante, lo original, sería que alguien lo amenace a uno con la inmortalidad.
Jorge Luis Borges
Todos caminaron. Pero pocos dejaron huellas...
José Narosky
Si tengo que elegir los mejores cinco goles son: el que le hice a River por la Copa Libertadores, cuando regresé de mi lesión. El que le metí a Independiente de mitad de cancha, el de cabeza a Vélez desde 40 metros. Y los que hice con la Selección, a Perú y Grecia.
Martín Palermo
La mujer siempre está comprando algo.
Ovidio
Sobre esta tierra quién tendrá piedad de nosotros. Míseros, no tenemos un Dios ante quien postrarnos, y toda nuestra pobre vida llora. ¿Ante quién me postraré, a quién hablaré de mis espinos y de mis zarzas duras, de este dolor que surgió en la tarde ardiente y que aún es en mí?
Roberto Arlt