Para escribir este poema, pasé años buscándome las manos. Debí quitarme telarañas de los ojos; poner mi corazón al ritmo de las circunstancias más que al de las novias efímeras y, sobre todo, no olvidar que el poema es la síntesis de toda una vida.
El nacionalismo catalán no acepta la realidad, es un mundo virtual, la Cataluña real no le interesa.
El mundo está lleno de estadistas a quienes la democracia ha degradado convirtiéndoles en políticos.