Las mejores soluciones las encuentras al vuelo. Están ahí, en el aire, listas para nosotros. Basta con atraparlas. Depende siempre del momento en que nos encontremos, claro, pero pensar demasiado en una cosa puede estropearla.
La avaricia es como la llama, la violencia de la cual aumenta en proporción al incendio que produce.