Yo diría sin lugar a dudas que no hay otra cosa más digna que ayudar al prójimo sin tener en cuenta banales prejuicios humanos. La única explicación que yo encuentro a tu cambio de actitud es la de que tú no quieres a este hombre como él tiene derecho a esperar de ti, y en tal caso no te queda otro remedio que decírselo francamente en cuanto puedas.