No tengo idea de lo que estoy escribiendo hasta que acabo. La creación artística es espontánea.
Eugène Ionesco
No hay sino dos clases de gentes a quienes se puede juzgar razonables: aquellos que sirven con todo su corazón a Dios, porque le conocen, y aquellos que le buscan con todo su corazón, porque no le conocen.
Blaise Pascal
A los dieciocho años se adora; a los veinte, se ama; a los treinta, se desea; a los cuarenta, se reflexiona.
Charles Paul de Kock
Es más fácil conocer al hombre en general que a un hombre en particular.
François de La Rochefoucauld
Yo debo de ser un loco; en todo caso, si estoy cuerdo, los demás no deberían tampoco andar sueltos.
George Bernard Shaw
La gente cree cualquier cosa que le venga susurrada.
Herbert V. Prochnow
Tu canción tiene el frío del último encuentro. Tu canción se hace amarga en la sal del recuerdo. Yo no sé si tu voz es la flor de una pena, sólo sé que al rumor de tus tangos, Malena, te siento más buena, más buena que yo.
Homero Manzi
Cada uno debe sentir que es importante en el juego, pero ello no significa que se deba tratar a todos del mismo modo.
Jack Welch
Aprender a aprender es la habilidad más importante de la educación, y debe ser explicada desde los primeros cursos.
John Seymour
Jamás en la conducción política hay que obligar a nadie, hay que persuadir a todo el que se pueda.
Juan Domingo Perón
No será grande quien no tuviere grande tolerancia.
Juan Eusebio Nieremberg
La juventud es la fuerza más activa y vital de la sociedad. Los jóvenes son los más ansiosos de aprender, y los menos conservadores en su pensamiento.
Mao Zedong
Él que cree en la libertad de la voluntad nunca ha amado u odiado.
Marie von Ebner-Eschenbach
El amor es un mototrineo corriendo por la tundra y que de repente se vuelca, atrapándote debajo. Por la noche, vienen las comadrejas del hielo.
Matt Groening
Al sexo sólo le ponen objetivo los que pretenden algo. Ni siquiera el orgasmo y muchísimo menos la penetración son un objetivo digno del sexo.
Valérie Tasso
Los males desesperados se alivian con remedios desesperados, o no tienen alivio.
William Shakespeare