La política, bien entendida, se parece más al comercio que a la guerra. Tiene más de competencia que de confrontación. Necesita la concertación de voluntades. A mediano plazo, el juego limpio resulta más redituable que el golpeteo. La solidaridad vale más que la competitividad.
No es sino por simple azar que el soldado conserva la vida. Y cada soldado cree y confía en el azar.
La tarea de una novela es enseñar deleitando, y lo que enseña es a reconocer las insidias del mundo.