No me resigno a que nos arrinconen y nos hagan aparecer como enemigos de los homosexuales, cuando no tenemos ninguna tacha de homofobia en nuestra historia.
Esperanza Aguirre
Pretendo ser un cantante, no un líder defensor de los derechos civiles.
Adam Lambert
Por las noches cuando rezo es tu nombre una oración, eres el amor más puro que llevo siempre en mi corazón.
Alejandro Sanz
Perder, como de costumbre. He de admitir que no tengo suerte: juego sin subir las apuestas, nunca me acaloro, no hay modo de sacarme de quicio, ¡Y de todos modos sigo perdiendo!
Aleksandr Pushkin
El cristianismo ha hecho mucho por el amor convirtiéndolo en pecado.
Anatole France
Tal vez yo sea engañado muchas veces, pero no dejaré de creer que en algún lugar alguien merece mi confianza.
Aristóteles Onassis
La medianoche se afeita el hombro izquierdo sobre el hombro derecho crece el pasto pestilente y rico en aglomeraciones de minúsculos carneros vaticinadores y de vitaminas pintadas de árboles de fresca sombrilla con caireles y rulos.
César Moro
Nada se parece más al pensamiento mítico que la ideología política.
Claude Lévi-Strauss
Contraste o contrariedad es también una conexión entre ideas, pero puede, quizá, considerarse una mezcla de causa y semejanza.
David Hume
El estilo, es el hombre.
Georges-Louis Leclerc de Buffon
Sólo el valiente merece ala bella.
John Dryden
Soy el líder de la revolución, no tengo que dimitir y moriré como mártir.
Muamar el Gadafi
Todo pasa, menos la adúltera. En los bares y en los velatorios, en la esquina y en las farmacias, hay siempre alguien hablando de las señoras que traicionan a sus maridos. El amor exitoso no interesa a nadie.
Nelson Rodrigues
Si todos están haciéndolo de una manera, hay una buena posibilidad de que usted encuentre su espacio si hace exactamente lo opuesto. Pero esté preparado para ser condenado por mucha gente, que le dirá que está en el camino errado.
Sam Walton
La alegría es pena que se disimula; sobre la tierra no hay más que dolores.
Selma Lagerlöf
Pierden el día por esperar la noche, y la noche por miedo al amanecer.
Séneca