No amar por temor a sufrir es como no vivir por temor a morir.
Ernesto Mallo
Siempre son los peores americanos los que van allí.
Ann Coulter
Cuando un puesto está ocupado por un tonto, todo el mundo cree que está vacante.
Antonio de los Ríos Rosas
En el fondo tener sentido del humor es ser consciente de la relatividad de las cosas.
Antonio de Senillosa
Si vuestra majestad lo ve así, entonces vuestra majestad no me ha interpretado bien, pues siempre he considerado sumamente indecoroso y absurdo que la mujer tome el puesto de instructora o maestra de su señor y marido; ella debe aprender de su marido y ser enseñada por él.
Catalina Parr
Lo que se cuenta al que se cuenta todo, no es nunca ni la mitad de lo que se le oculta.
Diane de Beausacq
Los pueblos bárbaros han de ser sometidos de buen grado o a la fuerza. Las potencias cultas tienen el deber de expansionarse sobre las poblaciones retrasadas.
Enric Prat de la Riba
Ser independiente de la opinión pública es la primera condición formal para lograr algo grande.
Georg Wilhelm Friedrich Hegel
Manrique amaba la soledad, y la amaba de tal modo, que algunas veces hubiera deseado no tener sombra por que su sombra no lo siguiese a todas partes.
Gustavo Adolfo Bécquer
El destino puede seguir dos caminos para causar nuestra ruina: rehusarnos el cumplimiento de nuestros deseos y cumplirlos plenamente.
Henri-Frédéric Amiel
El poder de decisión le llega al hombre cuando ya no le hace falta para nada.
Miguel Delibes
Los seres humanos se creen cualquier cosa que se les diga, siempre que uno no muestre ni la menor sombra de falta de seguridad en sí mismo.
Nassim Taleb
Pero la esencia de la dignidad es pretender desear lo que no se puede impedir.
Orson Scott Card
Pues va a ser que no.
Patxi López
El caracol debía tocar el trombón que lleva a cuestas.
Ramón Gómez de la Serna
Cada hombre lleva en sí una distinta cantidad de voluntad de vivir. Cuantas más fuerzas, más pasiones, más deseos, más furores de plasmarse en todas las direcciones de inteligencia que se ofrecen a la sensibilidad humana.
Roberto Arlt