Ahondaré en ti mismo y abrasará tu sangre el fuego de la mía rebelde y soñadora.
Ernestina de Champourcín
El gran acto mágico es decidir si vas a vivir en tu propia ficción.
Alan Moore
Por mucho que lo intenten, los hombres no pueden crear un organismo social; lo único que pueden crear es una organización. En el intento de crear un organismo, crearán únicamente un despotismo totalitario.
Aldous Huxley
Ni se descarga el que carga en hombros de otro su cargo.
Alonso de Barros
Mi primer mundo lo hallé todo en mi escaso pan.
Antonio Porchia
La sonrisa es el interruptor que enciende la luz más brillante del universo.
Cecilia Curbelo
Hay una oferta para cada demanda.
Florence Scovel Shinn
Ya quisieran los políticos de ahora ser como Napoleón.
Gustavo Bueno
Ningún viejo se siente viejo.
Jim Broadbent
En el tiempo real, en la historia, cada vez que un hombre se enfrenta con diversas alternativas opta por una y pierde las otras; no así en el ambiguo tiempo del arte, que se parece al de la esperanza y al del olvido.
Jorge Luis Borges
Tal vez, no hayas existido nunca y seas sólo un sueño luminoso de mi espíritu; pero tú eres un sueño más real que eso que los hombres llaman Realidad. Lo que ellos llaman así, es sólo una máscara oscura tras de la cual se asoman y miran los ojos de sombra del misterio, y tú eres el misterio mismo.
José Asunción Silva
La envidia nunca es general, siempre es muy particular.
Joseph Epstein
Repara en quienes triunfan en cualquier profesión docta. Son absolutamente imposibles. Con la excepción, por supuesto, de la Iglesia. Pero sucede que en la Iglesia no se piensa. Un obispo sigue diciendo a los ochenta años lo que a los dieciocho le contaron que tenía que decir, y la consecuencia lógica es que siempre tiene un aspecto delicioso.
Oscar Wilde
El individuo se posee a sí mismo, se conoce, expresando lo que lleva dentro, y esa expresión solo se cumple por el medio del lenguaje.
Pedro Salinas
Tú que concebiste sin pecado, ayúdame a pecar sin concebir.
Slavoj Zizek
Todas las cosas de este mundo se persiguen con más ardor que se gozan.
William Shakespeare