Pez, vas a morir de todos modos, ¿Tienes que matarme también a mí?
Ernest Hemingway
Toda idea que triunfa marcha hasta su perdición.
André Breton
... en la vida he pisado un gimnasio, mientras que un piloto actual es un auténtico atleta capaz de meterse 8 horas de gimnasio o rodar en bici cientos de kilómetros.
Ángel Nieto
Él (Moriarty) es el Napoleón del crimen.
Arthur Conan Doyle
A menudo trato de decirles a los niños a pensar en todas las personas que te quieren, no llores sobre la única persona que no lo hace.
Bill Cosby
El hombre tiene ilusiones como el pájaro alas. Eso es lo que lo sostiene.
Blaise Pascal
La vida es igual en todas partes, lo que se necesita es gente que sea gente.
Clarice Lispector
El Estado es el altar de la libertad política que, como el altar de la religión, está concebido con el solo propósito del sacrificio humano.
Emma Goldman
Con el amor verdadero pasa lo que con las apariciones de los espíritus: todos hablan de ellas, pero muy pocos las han visto.
François de La Rochefoucauld
¿Y desconfiar de los sentidos, negar la existencia real de las cosas sensibles, o pretender que no se sabe nada acerca de ellas? ¿No es eso suficiente para llamar escéptico a un hombre?
George Berkeley
Era un poeta de la luz. Pasaba las horas mirando una copa de árbol, un río, un rostro, una calle y sentía el placer imborrable de quien sueña con un hombre y una mujer y amanece en la vida.
José Barroeta
Hay algo inexplicable que agita mi alma y que no logro comprender.
Mary Shelley
¿Abogada? Eres una asistenta social para terroristas.
Philip Seymour Hoffman
El tiempo es una gran imagen móvil de la eternidad.
Platón
Cuando eres una persona apasionada, eres feliz, y entonces esa felicidad lo toca todo y la suerte te bendice porque tu felicidad crea el estado de conciencia de la suerte.
Raimon Samsó
No admitas jamás cosa alguna como verdad sin haber conocido con evidencia que así era; es decir, evitar con sumo cuidado la precipitación y la prevención, y no admitir en mis juicios nada más que lo que se presente tan clara y distintivamente a mi espíritu, que no tuviese motivo alguno para ponerlo en duda.
René Descartes