En la fe, el espíritu descansa; en la razón, vive; en el amor, goza; sólo en el dolor adquiere conciencia.
Ermilo Abreu Gómez
Querida imaginación, lo que amo sobre todo en ti es que no perdonas.
André Breton
Hay alegría en la racionalidad, la felicidad es la claridad de la mente.
Dan Barker
Mi objetivo no es llegar a la final por la corona, derrotando a todos mis oponentes en el camino. Lo que quiero es superar el nivel creativo del actual campeón del mundo.
David Bronstein
El gobierno arbitrario de un príncipe, aunque sea justo y esclarecido, es siempre malo.
Denis Diderot
Que mi mente se pasee hambrienta por ahí, intrépida, sedienta y flexible.
E. E. Cummings
¿Es el hombre sólo un error de Dios? ¿O Dios sólo un error del hombre?.
Friedrich Nietzsche
Si nada picó la culpa no fue mía, faltaban los peces.
Dios, si existe, exagera.
Georges Brassens
Si en vez de a Isozaki se le hubiera dado la obra a Calatrava, tampoco habría habido ningún problema. Si la pasarelita de ahora, en vez de hacerlo Isozaki, la hace Calatrava, tampoco habría habido ningún problema. En el fondo, es una cuestión de dinero, porque éstos son unos peseteros del carajo.
Iñaki Azkuna
Mi misión en la vida es arrancar las máximas carcajadas posibles.
Jim Carrey
El equilibrio depende de tan poco y lo pagamos a un precio tan alto, que los breves instantes que siguen al posado y que deciden de su perfección nos arrebatan como de nosotros mismos, arrasan con la tigredad y la humanidad en un solo movimiento inmóvil que es vértigo, pausa y arribo.
Julio Cortázar
La oración es la llave de la mañana y el cerrojo de la noche.
Mahatma Gandhi
En París es distinto. La gente se aleja, la gente se va empequeñeciendo, y uno tiene tiempo, aunque no quiera, de decirle adiós. En África no, allí la gente habla, te cuenta sus problemas, y luego una nube de humo se los traga y desaparece, como desapareció Belano aquella noche, de golpe.
Roberto Bolaño
Los pecados de Londres nos ha seguido hasta casa.
The Rock
Siendo su verdadero interés la negación de la cosificación, el espíritu se desvanece cuando se consolida como un bien cultural y es distribuido con fines de consumo. El alud de informaciones minuciosas y de diversiones domesticadas corrompe y entontece al mismo tiempo.
Theodor Adorno