La tendencia industrial es justa, es necesaria y salvadora, pero a que no se convierte en un ídolo fenicio que lance el rayo destructor contra todo lo humano, toda la cultura que ennoblece y embellece la vida.
Enrique Molina Garmendia
Bueno es aquello cuyo contrario es malo.
Aristóteles
Siempre insto a mis contemporáneos a buscar el interés y la inspiración para el desarrollo y estudio del dibujo, pero no me escuchan.
Edgar Degas
Hay que elegir entre la sociedad y Dios.
Émile Durkheim
Podrá nublarse el sol eternamente, podrá secarse por un instante el mar, podrá romperse el eje de la tierra como un débil cristal... ¡Todo sucederá! Podrá la muerte cubrirme con su fúnebre crespón, pero jamás podrá apagarse en mi la llama de tu amor.
Gustavo Adolfo Bécquer
Todo es difícil, y todo lo que vale la pena es difícil.
Harvey Keitel
¡No merezco, Señor, cuanto recibo!
Ignacio de Loyola
Podemos decir sin temor a equivocarnos que la "gran revolución religiosa" llevada a cabo por Jesús es haber abierto otra vía de acceso a Dios distinta de lo sagrado: la ayuda al hermano necesitado. La religión no tiene el monopolio de la salvación; el camino más acertado es la ayuda al necesitado.
José Antonio Pagola
La realidad será lo que seamos capaces de construir.
Julia Navarro
La virtud y el poder supremo no van de la mano.
Lucano
El poema es un objeto súbito. Los otros objetos ya existían.
Mário Quintana
La amistad es el más alto grado de perfección de la sociedad.
Michel de Montaigne
El mal de la calumnia es semejante a la mancha de aceite: deja siempre huellas.
Napoleón Bonaparte
No es un buen seleccionador porque lleva un estilo de vida extraño y eso no pasa desapercibido para el equipo. Palabras del brasileño Pelé sobre Diego Maradona, entrenador del equipo de Argentina en el mundial de Fútbol Sudafrica 2010.
Pelé
Debería haber una norma que dijese que todo el mundo debería recibir una ovación del público puesto en pie al menos una vez en su vida.
R. J. Palacio
La mayor prerrogativa de la inocencia es no tener miedo de mirada alguna y no sospechar de ninguna lengua.
Samuel Johnson