Vender a Torres serÃa un mal negocio, eso lo sabe cualquiera.
Enrique Cerezo
El que está enamorado de sà mismo no tendrá rivales.
Benjamin Franklin
Que el hombre a quien admiran las medianas nunca será capaz de grandes cosas.
Concepción Arenal
Debo reconocer que un hombre que concluye que un argumento no tiene realidad, porque se le ha escapado a su investigación, es culpable de imperdonable arrogancia.
David Hume
Quien añade sabidurÃa añade dolor.
Eclesiastés
Es increÃble el nivel de intimidad que, a veces, se puede alcanzar con los extraños. Como si el anonimato nos llevara a sitios a los que el nombre propio no nos deja. Como si la ausencia de relación pudiera, a veces, ser más fuerte y más franca que cualquier vÃnculo establecido con el paso de los años.
Fernando Travesà Sanz
No hay ninguna satisfacción en ahorcar a un hombre que no se oponga a ello.
George Bernard Shaw
Ante la obligación de decir también algo sobre mi carácter y mi temperamento, el más indulgente de mis lectores no será ni el menos sincero ni el más falto de ingenio.
Giacomo Casanova
La experiencia es una buena escuela, pero la matrÃcula es muy cara.
Heinrich Heine
Lágrimas, lágrimas ¡Extraño! Lavan mi corazón y siento ganas de bromear.
Ishikawa Takuboku
Nuestra forma de gobierno se reduce a una gran mentira, porque no merece llamarse república democrática un Estado en que dos o tres millones de individuos viven fuera de la ley.
Manuel González Prada
En el amor es virtuoso ser fiel mas no fanático.
Mario Benedetti
Una cosa es posicionarse en contra DEL FENÓMENO de la inmigración sin control de ninguna clase, y otra, acometer a un semejante. Los inmigrantes no tiene la culpa de nada. Ellos, como nosotros, son las vÃctimas de este sistema y de las mafias que juegan con sus ahorros, sus esperanzas y sus vidas para forrarse a cuenta del dolor ajeno.
Ricardo Sáenz de Ynestrillas Pérez
Carpe diem. Vive el momento.
Robin Williams
Sea tu oráculo la mesura.
Tales de Mileto
El hombre se detiene a mirar su propia felicidad, la examina, la pesa con curiosos dedos y ya es ida.
William Watson