¿Cambiar? Cuando lo hagan las colinas.
Emily Dickinson
Brindo porque al ascender la montaña de la prosperidad, no nos encontremos a ningún amigo que venga descendiendo.
Anónimo
Sé que vienes a matarme. Dispara cobarde. Solo vas a matar a un hombre.
Che Guevara
Si admitimos que la vida humana puede ser gobernada por la razón, entonces toda posibilidad de vida es destruida.
Emile Hirsch
Es claro que mis bromas son de muy mal gusto, impropias y confusas; revelan mi inseguridad... ¿Como puede respetarse a un hombre con mi lucidez de percepción?
Fiódor Dostoyevski
En los momentos más duros de mi existencia, cuando me ha parecido que se cierran todas las puertas, el sabor de esos damascos me viene a la boca para consolarme con la idea de que la abundancia está al alcance de la mano, si uno sabe encontrarla.
Isabel Allende
¡Ay! ¡Nunca busquemos la triste verdad! La más escondida tal vez, ¿qué traerá? ¡Traerá un desengaño! ¡Con él un pesar!
José de Espronceda
¡Oh, castidad santísima y preciosa! flor entre zarzas, entre espinas rosa, sellada fuente, huerto siempre ameno, piadosa oliva, palma victoriosa, espejo claro, de mancilla ajeno, alegre puerto, venturoso nido del fuerte, que a si mismo se ha vencido.
José de Valdivielso
No se puede conocer perfectamente a nadie, ni siquiera a uno mismo.
José Ramón Ayllón
Donde hay más sensibilidad, allí es más fuerte el martirio.
Leonardo da Vinci
No se puede amar el servicio militar sin detestar al pueblo.
Mijaíl Bakunin
El populismo es un insulto a los que pensamos que el pueblo es más simpático que las oligarquías.
Paco Ignacio Taibo II
Ningún hombre honesto se hace rico en un momento.
Proverbio
Luego todo acabó y ahora sólo queda el mal humor. A veces nacer y a veces ganas de acabar con tó...
Roberto Iniesta
Dios ama todavía al mundo y nos envía a ti y a mí para que seamos su amor y su compasión por los pobres.
Teresa de Calcuta
El juego debía de ser jugado y jugado al modo de ellos, aunque fueran ellos los que estipularan las reglas y los que contaran con toda la destreza. No importaba su ineptitud. Sí su honestidad. Se jugaba entero a esta creencia: que un hombre honesto no puede ser engañado, que la verdad, si el juego se jugaba hasta las últimas consecuencias conduciría a la verdad.
Ursula K. Le Guin