He visto las dos caras del ser humano: el amor y el odio, el respeto y la violencia, la amistad y la traicion, la generosidad y la codicia.
Eloy Moreno
Todos tenemos problemas, todos tenemos cosas en la cabeza. Por la noche nos los llevamos a casa y por la mañana al trabajo.
Adrien Brody
Lo siento, pero no puedo convertirme en otra persona para complacerles.
Allen Leech
La belleza intelectual no está en saber mucho: está en saber lo que conviene; la belleza sentimental, no en la violencia de las pasiones, sino en su naturalidad; la belleza plástica, no en la perfección exterior, según tipos escultóricos, sino en la concordancia de las formas con los hechos que constituyen la vida propia de la mujer.
Ángel Ganivet
... todos los ciudadanos debián jurar fidelidad a Dios,...
Baruch Spinoza
Yo ato mucho cabos o cuerdas.
Belen Esteban
Eran sensaciones; pero dentro de ellas había elementos increíbles de tiempo y de espacio... Cosas que en el fondo poseen una existencia clara y definida.
Howard Phillips Lovecraft
Hay 400.000 hombres en esta playa.
Kenneth Branagh
El recto ser separado no es otra cosa sino que el espíritu permanezca inmóvil ante todo asalto del cuerpo y del dolor, honor, vergüenza y oprobios, tanto como lo hace una montaña de plomo ante un viento débil. Y debe saber: estar vacío de todas las criaturas es estar lleno de Dios, y estar lleno de todas las criaturas es estar vacío de Dios.
Maestro Eckhart
Tan pronto como la moda es universal, está fuera de fecha.
Marie von Ebner-Eschenbach
Muchas veces es mejor perder la viña que pleitear por ella.
Michel de Montaigne
Yo creo que la terrible relación de la vida con la muerte nos viene dada desde que nacemos.
Miguel Delibes
La discreción es lo más aconsejable en los lances del corazón.
Rabih Alameddine
Internet es un invento de Mefistófeles.
Rodrigo Mauregui
Tu paz dependerá de que tengas mucha paciencia.
Tomás de Kempis
Las copas sin vino son pesadas, son arcilla como las vasijas de barro, mas al llenarlas de vino se hacen leves lo mismo que los cuerpos con las almas.
Yehuda Haleví