Cuando una mujer confiesa su amor a un hombre, éste debe prestarle oídos, aunque, a su vez, no la ame.
Elizabeth Barrett Browning
Existe el peligro de cambiar demasiado en la búsqueda de la perfección.
Agnetha Fältskog
Sólo el que no ama está exento de dolor, pero quien a nadie ni a nada ama está muerto.
Anónimo
Dentro de 15 años se habrá instalado totalmente el nuevo internet, irá por vía satélite y WiFi. Funcionará solo con Windows Vista Original (toses en la sala), llegará a todas partes del mundo, y podrá convertir el agua en vino.
Bill Gates
Admiro a la gente que admira, porque está despierta.
Doménico Cieri Estrada
El maestro que no habla dogmáticamente, es simplemente un maestro que no enseña.
Gilbert Keith Chesterton
La fatal tendencia de los hombres a dejar de pensar en una cosa, cuando ya no ofrece ésta lugar a dudas, es la causa de la mitad de sus errores.
John Stuart Mill
Sin independencia económica no hay posibilidad de justicia social.
Juan Domingo Perón
El hombre feliz es más raro que un cuervo blanco.
Juvenal
Cuando tengas algún sufrimiento que ofrecer, hazlo lo antes posible al cielo, con una sonrisa, como si fuera el mayor de los regalos.
María Vallejo-Nágera
Helando mi vientre los remos golpean las olas. Noche de lágrimas.
Matsuo Basho
El que deja de ser mejor a cada paso simplemente deja de ser bueno.
Oliver Cromwell
Estamos sentados en silencio, dejando que el tiempo nos atraviese. A pesar del lugar, a pesar de lo desconocido que aguardamos, el tiempo es como un río de felicidad para mí.
Peter Hoeg
Los difuntos están felices. Son los deudos los que se afligen por la persona que murió. La propia existencia es evidente con o sin el cuerpo. ¿Por qué, entonces, uno debería desear que las cadenas corporales continúen? Que el hombre busque a su Yo subyacente, que muera y que sea inmortal y feliz.
Ramana Maharshi
He dicho muchas veces que la política es la segunda profesión más baja y me he dado cuenta de que guarda una estrecha similitud con la primera.
Ronald Reagan
Los cuerpos se revuelven tan certeros, guiados del amor, como esos astros que, arriba, sólo ven tus ojos puros.
Vicente Gaos