Hideyoshi guardó silencio, pero la flor atrajo su mirada. Parecía aliviado por el cambio del tema de conversación. Mientras estoy aquí sentado, percibo realmente la dificultad de vivir con el cuerpo y el pensamiento actuando claramente como un solo ser -confesó Hideyoshi-. El campo de batalla me absorbe y me vuelve brutal. En cambio aquí me siento sereno y feliz.