Los cerdos se gozan en el estiércol.
Demócrito
La ley es una telaraña que detiene a las moscas y deja pasar a los pájaros.
Anacarsis
Mercaderes e industriales no deben ser admitidos a la ciudadanía, porque su género de vida es abyecto y contrario a la virtud.
Aristóteles
No vi que de muchos dueños haya hacienda bien guardada.
Cristóbal Pérez de Herrera
Es preferible consolarse que ahorcarse.
Diógenes
Curiosamente, lo único que pasó por la mente del tiesto de petunias mientras caía fue: ¡Oh, no! Otra vez, no. Mucha gente ha imaginado que si supiéramos exactamente lo que pensó el tiesto de petunias, conoceríamos mucho más de la naturaleza del universo de lo que sabemos ahora.
Douglas Adams
La dificultad es una excusa que la historia nunca acepta.
Edward R. Murrow
La calvicie, que parece normal, es una enfermedad en Europa, casi todos son calvos. Y es por las cosas que comen. Mientras, en los pueblos indígenas no hay calvos, porque comemos otras cosas.
Evo Morales
Imbécil. ¡Yo era todo un imbécil! Un delincuente. Me dijeron que era demasiado inteligente por mi propio bien, pero no estoy seguro de eso. No me gustaban las autoridades y esto fue a los diez años.
Frank Iero
Por sobre todas las cosas, detesto perder.
Jackie Robinson
El mayor crimen está ahora, no en los que matan, sino en los que no matan pero dejan matar.
José Ortega y Gasset
He aquí la clave de la felicidad: apreciar lo que tienes mientras todavía lo tienes.
Lisa Kleypas
Digámoslo de una vez: No trata de evitar el dolor, porque el dolor es inevitable; se trata de escoger las consecuencias.
Maurice Maeterlinck
La palabra de Dios es viva y las dificultades no aniquilan las obras de Dios, sino que demuestran que son de Dios.
Padre Gabriele Amorth
Es natural que el hombre ame a su país y a sus amigos y odie a los enemigos de ambos. Pero al escribir la Historia debe prescindir de tales sentimientos y estar dispuesto a alabar a los enemigos que lo merezcan y a censurar a los amigos más queridos y más íntimos.
Polibio
Recuerdo que yo era muy pequeñita cuando mi padre toreaba en Madrid, que después dejó para dedicarse en una ladrillera. Recuerdo que él ingresaba al cuarto de baño vestido de padre normal y luego, cuando salía, estaba vestido de dios, lleno de brillos, relumbrando alamares.
Rosa Montero