Para los que buscan grandeza la resistencia será una constante con muchos disfraces. Estará esperando a escondidas y se quedará con los asustadizos y los ignorantes.
David Valois
Guárdate del amigo que alterna con tus enemigos.
Anónimo
Soy la señora de al lado cuando no estoy en el escenario.
Aretha Franklin
Señal de tener gastada la fama propia es cuidar de la infamia ajena.
Baltasar Gracián
Luego, el tiempo dirá quién ha caído y quién fue dejado atrás, cuando sigas tu camino y yo el mío.
Bob Dylan
Quien posee la isla de Cuba tiene la llave del Nuevo Mundo.
Felipe II de España
Contaba apenas diez y seis años, y ya se veía grabada en su rostro esa dulce tristeza de las inteligencias precoces y ya hinchaban su seno y se escapaban de su boca esos suspiros que anuncian el vago despertar del deseo.
Gustavo Adolfo Bécquer
La emoción trágica, efectivamente, es una cara que mira en dos direcciones: hacia el terror y hacia la piedad, y ambos son fases de ella.
James Joyce
El hombre todo lo perfecciona en torno suyo; lo que no acierta es a perfeccionarse a sí mismo.
Jean-Baptiste Alphonse Karr
El cambio puede ser visto como revolucionario o evolutivo.
John C. Maxwell
Y ¿es posible que vuestra merced no sabe que las comparaciones que se hacen de ingenio a ingenio, de valor a valor, de hermosura a hermosura y de linaje a linaje son siempre odiosas y mal recibidas?
Miguel de Cervantes
Con dinero se puede comprar todo, menos la felicidad, que es mucho más barata y mucho más cara a la vez.
Noel Clarasó
¿Y si antes de empezar lo que hay que hacer, empezamos lo que tendríamos que haber hecho? -Felipe.
Quino
Aburrirse es besar a la muerte.
Ramón Gómez de la Serna
Sin embargo, hay gato encerrado. Digamos que eres pobre y te estás muriendo de hambre, como nos pasaba a nosotras. Tienes la posibilidad de añadir tu nombre más veces a cambio de teselas; cada tesela vale por un exiguo suministro anual de cereales y aceite para una persona. También puedes hacer ese intercambio por cada miembro de tu familia,
Suzanne Collins
No hay nada más atrozmente cruel que una niña adorada.
Vladimir Nabokov