Me gustó hacer la fuga de Alcatraz. Se trataba de demostrar que podía escapar y llegar de la isla a la costa de San Francisco con grilletes en los pies. Hay tres dificultades: las corrientes, la hipotermia y los tiburones.
David Meca
Quiero ser el verbo puedo, quiero andarme sin rodeos.
Amaia Montero
Si sigues llorando así no llegaremos nunca.
Armie Hammer
Cuando viaje, recuerde que un país extranjero no está diseñado para hacerlo sentir cómodo. Está diseñado para que su propia gente se sienta cómoda.
Clifton Fadiman
¡Pese a la contemplación de nuestras grandezas, que nos domina por completo, tenemos un instinto que nos corrige, que no podemos reprimir, que nos educa!
Conde de Lautréamont
Aristóteles es el maestro de los que saben.
Dante Alighieri
Dios es una desesperanza que empieza donde terminan las otras.
Emil Cioran
Siempre he cocinado con el objetivo de aportar algo técnico y conceptual a la cocina y de emocionar a los clientes.
Ferran Adrià
La mayoría de los hombres llevan una vida de absoluta desesperación. Lo que se llama resignación es la desesperación confirmada.
Henry David Thoreau
La vida es como una carrera a pie, Marcus: siempre habrá gente más rápida o más lenta que usted. Todo lo que cuenta al final es la voluntad que ha puesto en recorrer el camino.
Joël Dicker
Mientras el tigre no puede dejar de ser tigre, no puede destigrarse, el hombre vive en riesgo permanente de deshumanizarse.
José Ortega y Gasset
Las estrellas próximas a la luna tenían un brillo pálido; éste se hacía más intenso cuanto más apartadas se hallaban del círculo de luz donde enseñoreaba la gigantesca luna.
Ken Kesey
La claridad es la buena fe de los filósofos.
Luc de Clapiers
La carrera del periodista es la más hermosa.
Luis del Olmo
Cuando estés fuera de casa, no vuelvas nunca la vista atrás, pues las erinias siguen tus pasos.
Pitágoras
Creo que la gratitud por la vida, sea cual sea la causa, indica que uno ha conseguido aferrarse al eje de su cordura. He aprendido a convivir con el hecho de que he perdido para siempre parte de mi cordura.
Stephen King