Te voy a entregar. Lo probable es que escapes con cadena perpetua. Eso quiere decir que estarás libre dentro de veinte años. Eres un ángel. Te estaré esperando. -Se aclaró la voz y añadió-: Si te ahorcan, siempre te recordaré.
Dashiell Hammett
Si quieres ser bien sucedido, necesitas tener una dedicación total, buscar tu último límite y dar lo mejor de ti mismo.
Ayrton Senna
Cualquier necio puede escribir en lenguaje erudito. La verdadera prueba es el lenguaje corriente.
C. S. Lewis
Como portavoz del Gobierno me comprometo a no mentir.
Eduardo Zaplana
Lo admirable es que el hombre siga luchando y creando belleza en medio de un mundo bárbaro y hostil.
Ernesto Sabato
Matemáticas + ajedrez = teatro.
Fernando Arrabal
No me conmueve ver a un mendigomuerto de hambre, se me olvida dar las gracias, no me altero si me insultan o me desprecian. Tampoco puedo recordar la última vez que lloré.
Fernando Trujillo Sanz
Pero, ¿por qué no? Una inteligencia preclara no es forzoso que vaya siempre unida a un gran espíritu. Entre los científicos hay bellacos, como en cualquier otro grupo.
Isaac Asimov
Soy tuyo entero, encadéname con sollozos y alimenta con besos golosos al animal feroz que elegiste por amo.
Pablo de Rokha
Una señora encantadora, vestida con la luz de su propia belleza.
Percy Bysshe Shelley
Busco un mundo mejor y escarbo en un cajón, por si aparece entre mis cosas.
Roberto Iniesta
(Los libros) Que de verdad me gustan son esos que cuando acabas de leerlos piensas que ojalá el autor fuera muy amigo tuyo para poder llamarle por teléfono cuando quisieras.
Salinger
Mientras no haya un cambio de poder político, las leyes seguirán garantizado y justificando las formas de propiedad capitalista.
Santiago Carrillo
La mayor parte de la gente confunde la educación con la instrucción.
Severo Catalina
Cuando cambias la forma en como miras las cosas, las cosas que miras cambian.
Wayne Dyer
Un hombre es la suma de sus desdichas. Se podría creer que la desdicha terminará un día por cansarse, pero entonces es el tiempo el que se convierte en nuestra desdicha.
William Faulkner