No me digas que estás llena de arrugas, que estás llena de sueño, que se te han caÃdo los dientes, que ya no puedes con tus pobres remos hinchados, deformados por el veneno del reuma. No importa, madre, no importa. Tú eres siempre joven, eres una niña, tienes once años. Oh, sÃ, tú eres para mà eso: una candorosa niña.