No es mi culpa que así estemos constituidos: la mitad de contemplación desinteresada y la mitad de apetito.
Czeslaw Milosz
Los hombres se someten a amar lo que tienen que hacer, sin saber siquiera que eso es someterse.
Aldous Huxley
... la verdad se disfraza de ilusión para influir en la voluntad.
Arthur Schopenhauer
Si una mujer hace alguna distinción en favor de un hombre, al momento éste comienza a pensar bien de sí mismo y mal de ella.
Diane de Beausacq
El socialismo es una secta o herejía del cristianismo, la mayor catástrofe de la Historia.
Fernando Sánchez Dragó
Me gusta rodearme de recuerdos, de igual modo que no vendo mis trajes viejos. A veces subo a verlos al desván donde los guardo y recuerdo los tiempos en que aún estaban nuevos y en todas las cosas que hice cuando los llevaba.
Gustave Flaubert
Cuando alimenté a los pobres me llamaron santo; pero cuando pregunté por qué hay gente pobre me llamaron comunista.
Hélder Câmara
Un hombre pacífico hace más que uno con mucho conocimiento.
Juan XXIII
El erotismo es la superación de los obstáculos. El obstáculo más seductor y profundo es la moral.
Karl Kraus
La verdad es que me gusta esperar cuando creo que lo que espero va a venir. Si lo miras bien, es el tiempo más agradable y el mejor empleado de todos.
Lorenzo Silva
Es lastimoso que seamos seducidos por nuestras propias bufonadas e invenciones.
Michel de Montaigne
Y en la florfugaz del momento buscar el aroma perdido, y en un deleite sin pensamiento hallar la clave del olvido.
Porfirio Barba Jacob
Aunque pierda mi nombre y yo no responda ya a su llamado, volveré siempre al lugar donde tú lo pronunciabas.
Roberto Juarroz
Sólo unos pocos prefieren la libertad; la mayoría de los hombres no busca más que buenos amos.
Salustio
No hay más uniones eternamente legítimas que las que están regidas por una verdadera pasión.
Stendhal
Y de nuevo volvió a sentir que la vida volvía a tener suficiente fuerza para arrastrarla y hacerle reemprender sus tareas, de la misma manera que el marinero ve, no sin cierto tedio, cómo el viento vuelve a henchir su vela pero no siente el deseo de irse otra vez, y piensa que si el barco se hundiera, bajaría con él girando y girando hasta encontrar descanso en el fondo del mar.
Virginia Woolf