Mejor que el hombre que sabe lo que es justo es el hombre que ama lo justo.
Confucio
El capitalismo es la raqueta legítima de la clase dominante.
Al Capone
No entiendo nada.
Amadeo de Saboya
Llevo sola dos años y estoy muy bien. Mi corazón está cuidándose mucho. No me gusta que me lastimen; estoy un poco cerrada al amor, Algún día pasará. Claro que me quiero casar y tener hijos. Pero primero los corazones tienen que sanar y el mío está en un proceso de sanación.
Anahí Puente
Los más en el mundo no conocen ni examinan lo que cada uno es, sino lo que parece.
Baltasar Gracián
La fe no se opone a vuestros ideales más altos, al contrario, los exalta y perfecciona.
Benedicto XVI
Caminan en una calle de polvo y esperanza.
Carlos Drummond de Andrade
Si las asociaciones tienen como objetivo defender a los guardias civiles, tendrán mi colaboración, porque yo soy el jefe y el padre de todos los guardias civiles, pero si lo que pretenden es dirigir y organizar el cuerpo, pues eso me corresponde a mí, al gobierno y en última instancia, al parlamento.
Carlos Gómez Arruche
Si, el pueblo francés es el más inteligente de la tierra. Por esta razón, seguramente, no reflexiona.
Edgar Faure
El hombre no vive de otra cosa que de religión o de ilusiones.
Giacomo Leopardi
Creedlo, para salir adelante con todo, mejor que crear afectos es crear intereses...
Jacinto Benavente
Tu vudú ya pincha en hueso.
Joaquín Sabina
La vejez empieza cuando se pierde la curiosidad.
José Saramago
El esclavo soporta su suerte Aunque oprobia su triste vivir, pero el libre prefiere la muerte al oprobio de tal existir.
Juan Pablo Duarte
La modernidad, tomada como un tiempo sin dioses, es el lugar perfecto para cosechar el resentimiento.
Leonid Andréiev
Algunas veces nos ha sucedido que durante quince días, y aun tres o cuatro semanas, hemos buscado una sola palabra, e inquirido su verdadero sentido, y tal vez no lo hemos encontrado. Como ahora está en alemán y en lengua fácil, cualquiera puede leer y entender la Biblia, y recorrer pronto con sus ojos tres o cuatro hojas, sin apercibirse de las piedras y tropiezos que antes había en el camino.
Martín Lutero