En muchos casos, hacemos por vanidad o por miedo más de lo que haríamos por deber.
Concepción Arenal
Ningún hombre es lo bastante bueno para gobernar a otros sin su consentimiento.
Abraham Lincoln
El ausente todos los males teme.
Anónimo
Me siento orgulloso de mi sangre y mis raíces.
Antonio Banderas
La mala fe política es acaso más delictuosa que aquella que castigan los códigos en los negocios privados.
Antonio Cánovas del Castillo
La teoría del dinero necesariamente presupone la existencia de una teoría de liquidez de los bienes. Si logramos aprehender esto podremos entender cómo la suprema liquidez del dinero es sólo un caso especial -que únicamente presenta una diferencia de matiz- de un fenómeno genérico de la vida económica, es decir, la diferencia en la liquidez de las mercancías en general.
Carl Menger
Mi único enemigo es el tiempo.
Charles Chaplin
Hay que verlo para creerlo. Tus ojos estrellados y tu cuello de alabrasto me robaron el corazón.
James Joyce
Donde quiera que estés, te gustara saber que te pude olvidar y no eh querido y por fria que fuese mi noche triste no eche al fuego ni uno solo de los besos que me diste.
Joan Manuel Serrat
La gente cambia de opinión más por la observación que por los argumentos.
John C. Maxwell
Sólo el hombre obstaculiza la felicidad, destruyendo lo que en realidad pudiera ser.
John Dryden
¡El es nuestro Señor pues taitita!, si no estamos bien con él, nuestra mama pacha también está mal. Él bendice año a año nuestra tierra y nuestro hogar.
Jorge Carrión Rubio
Los números hablan por sí mismos en términos de todo lo que hemos hecho.
Paul Rand
A ti ya no te queda nada, y a mí me queda por lo menos, éste síndrome incurable de quererte tanto.
Ricardo Arjona
Quizás el océano había logrado trastocar mi cerebro, me había sumergido en un mar de alucinaciones y, si era así, resultaba inútil malgastar las fuerzas en vanos intentos por resolver tantas adivinanzas, por desvelar el misterio de tantas realidades inexistentes.
Stanisław Lem
Lo que más irrita a los orgullosos es el orgullo de los demás.
William Cowper