La brevedad es el alma del discurso. Hablar en exceso sugiere la desesperación por parte del líder.
Ciro II el Grande
El milagro del amor humano, es que, sobre un instinto muy simple, el deseo, se construyen edificios de los más complejos a los más delicados sentimientos.
André Maurois
Tengo una ilusión: que mi obra se escuche en el 2020. Y en el 3000 también. A veces estoy seguro, porque la música que hago es diferente. Porque en 1955 empezó a morir un tipo de tango para que naciera otro, y en la partida de nacimiento está mi Octeto Buenos Aires.
Astor Piazzolla
El sexo no es el objeto único de la pasión sexual. La naturaleza entera es para el hombre un objeto secundario de la pasión sexual; la belleza de la naturaleza se debe en buena medida a este hecho.
George Santayana
Por el rey, es verdad, pero... ¿Por qué rey? Si allí no estamos también nosotros -añadió- ésos te endilgan la república. Si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie. ¿Me explico?
Giuseppe Tomasi di Lampedusa
La verdad es, ve usted, que el hombre más poderoso del mundo es el hombre que permanece más solitario.
Henrik Ibsen
Echar de menos a la persona amada, en su ausencia, es un bien comparado con la realidad de vivir con la persona amada.
Jean de la Bruyere
Es mejor resultar herido por la verdad que consolarse con una mentira.
Khaled Hosseini
Todos estamos ciegos frente a lo desconocido.
Lema Mosca
A medida que descubrimos nuevos misterios en nuestro corazón, la religión nos ofrece nuevas revelaciones; lleva su antorcha a todos los lugares de tinieblas.
Madame Swetchine
Rostros de arcángeles se desploman como guijarros de cristal.
Marlene Pasini
Las bellas artes no tienen nada de fortuito, sino que brotan del instinto de la nación que las creó.
Ralph Waldo Emerson
La Unión Soviética, a la que nosotros denominamos Nuestro Hermano Mayor...
Salvador Allende
Si Aristóteles hubiera guisado, mucho más hubiera escrito.
Sor Juana Inés de la Cruz
La peor especie de enemigos es la de los aduladores.
Tácito
Y de nuevo volvió a sentir que la vida volvía a tener suficiente fuerza para arrastrarla y hacerle reemprender sus tareas, de la misma manera que el marinero ve, no sin cierto tedio, cómo el viento vuelve a henchir su vela pero no siente el deseo de irse otra vez, y piensa que si el barco se hundiera, bajaría con él girando y girando hasta encontrar descanso en el fondo del mar.
Virginia Woolf