Yo no hablé si no hasta los 3 años. Mi madre me llevó al psicólogo y él le dijo: Usted no se preocupe que su hija está recopilando información. Un día va a hablar y ya no va a parar.
Chenoa
Los hombres sabios aprenden mucho de sus enemigos.
Aristófanes
Las viudas, cuando hablan de sus maridos, cierran los ojos para recordar con respeto su felicidad.
Benjamin Franklin
No hay más que dos especies de hombres: una, la de los justos que se creen pecadores, y otra la de los pecadores que se creen justos.
Blaise Pascal
Si pudiera entrenarse para usar solamente el tronco cerebral estaría curada. Estaría en algún lugar más allá de la felicidad y la tristeza. No se ven peces agonizando por cambios salvajes de estado de ánimo. Las esponjas nunca tienen un mal día.
Chuck Palahniuk
El Rey puede viajar en un carruaje, y el mendigo puede arrastrarse a su lado; Pero en la carrera general, todos están viajando al mismo ritmo.
Edward Marlborough FitzGerald
Camaradas: confianza en la victoria, disciplina y tres Vivas a la Patria.
Guillermo Brown
Soñar en teoría, es vivir un poco, pero vivir soñando es no existir.
Jean-Paul Sartre
También a otras ciudades tengo que declarar las buenas nuevas del reino de Dios, porque para esto fui enviado. (Lucas 4:43 - Evangelio según Lucas)
Jesús de Nazaret
Enseñar es aprender dos veces.
Joseph Joubert
Nadie está excluido de pedir a Dios, la puerta de la salvación está en abierta para todos los hombres.
Juan Calvino
Y te di la miel, del panal moreno que finge mi piel.
Juana de Ibarbourou
Su comprensión hizo que las lágrimas asomaran a sus ojos. Poco después, sintió que sus brazos la rodeaban amorosamente. Entonces apoyó la cabeza sobre su hombro y dio rienda suelta a sus lágrimas.
Ken Follett
Si el hombre fuera cien veces más inteligente, cien veces mejor, Dios sería en ese mismo instante cien veces más inteligente, cien veces mejor que el hombre.
Maurice Maeterlinck
Nadie puede representar al pueblo libio, ni siquiera Gadafi.
Muamar el Gadafi
Arthur London era un viejo amigo mío. Lo que me contó de su prisión, de las torturas... Fue un descubrimiento tremendo, patético.
Santiago Carrillo