Me tomé cuarenta y cinco mil litros de tequila y aún puedo donar mi hígado.
Chavela Vargas
Víbora mugrienta, lombriz de agua puerca por tercera base...
Alfonso Lanzagorta
Zac Efron podría hacer que nos sintiésemos culpables por comer tanta comida. Me decía: '¿Realmente quieres comer los carbohidratos? ', y era como: 'Muchas gracias...
Ashley Tisdale
La prisa es una trampa del tiempo.
Doménico Cieri Estrada
Todo lo bueno ya nos ocurrió. Todo lo malo también. Por eso los mexicanos miramos cualquier amanecer con gesto de qué buen día, pero hoy sí nos carga la chingada.
Fabrizio Mejía Madrid
Contra la idea de nuestro siglo, la idea de la relativo, circunstancial y aleatorio, que va de James Joyce a Albert Einstein, aflora hoy un medievalismo de valores absolutos -como si hubiera de eso-, incontaminados, perfectos.
Francisco Umbral
Que la suerte te acompañe.
Giovanni Boccaccio
Las estrellas garabateaban en nuestros ojos heladas epopeyas, cantos resplandecientes del espacio inconquistado.
Hart Crane
El oro que se adquiere sin trabajo no hace más que dar lustre a la miseria del que lo posee.
José María Luis Mora
Nada constituye una diversión tan perfecta como un cambio total de ideas.
Laurence Sterne
Dios me dio el don de jugar al fútbol, y el resto lo conseguí porque me cuidaba y me preparaba.
Pelé
El tiempo transcurrido en glorificar a Dios y en cuidar la salud del alma, no será nunca tiempo perdido.
Pío de Pietrelcina
A casi todos nos da miedo lo desconocido. No debería ser así. Lo desconocido no es más que el comienzo de una aventura, Una oportunidad de crecer.
Robin S. Sharma
Nunca se debe mirar a una persona que duerme. Es como sí abriéramos una carta que no ha sido dirigida a nosotros.
Sacha Guitry
Todo cuanto veo a mi alrededor está echando las simientes de una revolución que es inevitable, aunque yo no tendré el placer de verla. El relámpago está tan a la mano que puede surgir a la primera oportunidad y luego se oirá un trueno tremendo. Los jóvenes tienen suerte, pues han de ver cosas magníficas.
Voltaire
Él que sobre todas las cosas amaba la muerte, y que quizá sólo amaba a la muerte, amó y vivió con deliberada y pervertida curiosidad, tal y como ama un enamorado que deliberadamente se reprime ante el prodigioso cuerpo complaciente, dispuesto y tierno de su amada, hasta que no puede soportarlo y entonces se lanza, se arroja, renunciando a todo, ahogándose.
William Faulkner