Hay que saber sentir, que hay que saber luchar para ganarse el respeto de otros y respetar a esos otros.
Chavela Vargas
La imprudencia suele preceder casi siempre a la calamidad.
Apiano de Alejandría
El arte no es un espejo para reflejar la realidad, sino un martillo para darle forma.
Bertolt Brecht
Y si no hicieras nada más que escribir tu vida, toda tu vida, al menos la habrías creado.
Elias Canetti
Me diste en oro un puñado de amigos, que son los mismos que alientan mis horas.
Enrique Santos Discépolo
Las religiones son un gran negocio.
Ismael Leandry Vega
Las políticas son muchas; los principios pocos. Las políticas cambian; los principios no.
John C. Maxwell
Yo no escribo para agradar ni tampoco para desagradar. Escribo para desasosegar.
José Saramago
¿Por qué hay que hablar mal de la gente? ¿Has visto alguna vez a un camello reírse de la joroba del otro?
Katherine Pancol
Que nos entristezcamos o nos alegremos, la mano que todo lo dirige, no por eso va a variar: esta es una verdad evangélica.
Manuel Belgrano
Si no sabes aceptar tu pecado, no es culpa de tu pecado; si niegas tu pecado, no es tu pecado indigno de ti, sino tú de él.
Marcel Jouhandeau
Mi ojo asciende al sexo de la amada: nos miramos, nos decimos palabras oscuras, nos amamos como se aman amapola y memoria, nos dormimos como el vino en los cuencos, como el mar en el rayo sangriento de la luna.
Paul Celan
El mundo no es justo, pero siempre y cuando la inclinación esté en dirección mía, me parece que hay un tope para la indignación justa.
Scott Adams
No, no uso un iPod. Tampoco mis hijos. Mis hijos, en muchos aspectos, están tan malcriados como muchos otros niños, pero al menos en esto he lavado su cerebro: No uséis Google y no uséis un iPod.
Steve Ballmer
Hemos hecho de la primera vez una preocupación y no un mérito, un peligro y no un aprendizaje, una vuelta y no una ida, la llegada del príncipe azul y no el beso a la rana.
Valérie Tasso
En el medio del tímpano de la puerta, el reloj de arena parecía avisar a los visitantes de SantaMaría de la Oración y de la Muerte de la fugacidad del tiempo.
Vicente Garrido Genovés