Si la suciedad fuera un triunfo ¿Qué mano levantarías?.
Charles Lamb
El Cristo del Evangelio es un demagogo. Por añadidura, padeció un suplicio que desde hace mil novecientos años todos los pueblos cristianos consideran como un grave error judicial.
Anatole France
El que quiera ser el centro de una reunión, mejor que no acuda.
Audrey Hepburn
La ciencia se corrompe con facilidad si dejamos que se estanque.
Edmund Burke
Cómo retomas el hijo de una vida vieja, cómo continuas, cuando en tu corazón empiezas a entender que no hay manera de regresar. Hay ciertas cosas que el tiempo no puede curar. Algunos dolores demasiado profundos que se han arraigado.
Elijah Wood
La audacia sin juicio es peligrosa, y el juicio sin audacia, inútil.
Gustave Le Bon
No quedan más que dos medios para evitar que el lujo sea la total ruina de esta nación: o superar la industria extranjera, o privarse de su consumo, inventando un lujo nacional que igualmente lisonjeara el orgullo de los poderosos y los obligara a hacer a los pobres partícipes de sus caudales.
José Cadalso
El mejor destino que hay es el de supervisor de nubes, acostado en una hamaca mirando y al cielo.
José Luis Rodríguez Zapatero
El derecho del obrero no puede ser nunca el odio al capital; es la armonía, la conciliación, el acercamiento común de uno y del otro.
José Martí
Las lágrimas manan también a través del oro.
León Tolstói
Sólo nubes con nubes, siempre nubes más allá de otras nubes semejantes, sin palabras, sin voces, sin decir, sin saber; últimas soledades que no aguardan mañana.
Luis Cernuda
Las palabras pueden hacer prender el fuego en la mente de los hombres. Las palabras pueden arrancarles lágrimas a los corazones más duros.
Patrick Rothfuss
Porque en un pasadoamor se olvida hasta la memoria.
Pedro Calderón de la Barca
El mentiroso siempre es pródigo en juramentos.
Pierre Corneille
Aquellos que me hacen sufrir son como Budas que me conceden bendiciones. Puesto que me conducen por el camino de la liberación, ¿Por qué voy a enfadarme con ellos?
Shantideva
Hay sonrisas que hieren como puñaladas.
William Shakespeare