El mayor éxito de la sociedad es el de hacernos estimar la soledad.
Charles Chincholle
¿Sabes qué es la moral? Son las reglas de los demás. ¿Sabes qué es la conciencia? La libertad de usar tu propia inteligencia para diferenciar lo que está bien de lo que está mal.
Amy Tan
Recuerda lo que había antes de haberlo aprendido todo.
Ángela Álvarez Sáez
La elocuencia es la pintura del pensamiento.
Blaise Pascal
En cuanto a las personas a quienes acuso, debo decir que ni las conozco ni las he visto nunca, ni siento particularmente por ellas rencor ni odio.
Émile Zola
Tu eres la llama que la brisa leve hace ondular, apenas, cariñosa; yo, la víctima triste de ese fuego, la pobre, enamorada mariposa.
Estanislao del Campo
Quiero que llegue, pero no deseo acercarme a tu voz y no quemarme.
Gloria Fuertes
Si hay un principio grabado en cada átomo de la creación visible más profundamente que otro alguno, este principio no es la libertad, sino la ley.
John Ruskin
Esos desgraciados qué pueden tranquilamente entrar dentro de sí mismos, mirarse, por decirlo así, frente a frente, y estrecharse las manos con la noble efusión de dos amigosleales, deben ser muy felices.
José Selgas
Cualquier sistema que montéis sin nosotros.
Leonard Cohen
Nadie puede jactarse de no haber sido despreciado alguna vez.
Luc de Clapiers
Oh, mira, mira en la lejanía, los espejos del pasado... Vas, con tu barca encantada, con tu alma que no entiende... Como es el surco de la luz... Nena, líbrame ya, líbrame de ti...
Luis Alberto Spinetta
La lealtad no se puede imponer nunca por la fuerza, por el miedo, por la inseguridad o por la intimidación. Es una elección que sólo los espíritus fuertes tienen el coraje de hacer.
Paulo Coelho
Al perro que tiene dinero se le llama señor perro.
Proverbio Árabe
Me encanta pescar. Pones el anzuelo en el agua y no sabes lo que está en el otro lado. Tu imaginación está toda ahí abajo.
Robert Bernard Altman
La luna, silenciosa, nadaba inmaculada sobre la superficie de un Danubio en calma que navegaba hacia un mar ajeno a las pasiones de los hombres.
Santiago Posteguillo