El más irreprochable de los vicios es hacer el mal por necedad.
Charles Baudelaire
El número de locos es tan grande, que la prudencia se ve obligada a ponerse bajo su protección.
Agustín de Hipona
He aprendido que si un problema es fácil, nunca debe llegar a mi mesa.
Barack Obama
No te acostumbres a todo lo bueno que obtienes, para que puedas seguirlo viendo.
Doménico Cieri Estrada
Lo esencial de la embriaguez es el sentimiento de fuerza y de plenitud. Bajo esta influencia nos abandonamos a las cosas y las obligamos a tomar algo de nosotros mismos.
Friedrich Nietzsche
Nada revela tan a las claras el carácter de los hombres como aquello que encuentran ridículo.
Goethe
Los hombres construimos demasiados muros y no suficientes puentes.
Isaac Newton
El tiempo está siempre en contra de lo que ha originado. En contra de lo que hay.
Javier Marías
Cada vez que las facultades humanes alcanzan su plenitud, necesariamente se expresan mediante el arte.
John Ruskin
El mensaje, en cada caso, es que, si quieres a alguien, tienes que comprar.
Jonathan Franzen
El problema del independentismo viene del café para todos. Si sólo tuvieran autonomía el País Vasco y Cataluña sería muy diferente.
José Manuel Lara Bosch
La admiración por los libros me llevó a escribir. Yo admiraba a la gente por transferencia.
Juan Benet
Yo no hago cálculos, cuentas y conclusiones para que favorezcan mi forma de ver las cosas. Yo lo que quiero es darme cuenta que mi forma de ver las cosas está equivocada. Porque si yo me doy cuenta que mi forma de ver las cosas está equivocada, actúo en consecuencia y cambio el procedimiento. Lo que no puedo es decir: voy a cambiar cualquier cosa y de cualquier manera, porque algo hay que cambiar.
Marcelo Bielsa
Todo el mundo aspira a la perfección -le dijo el hombre-. En uno mismo. Y que nos indiquen los pasos que se deben seguir - intervino la mujer. Con una simple orden - prosiguió el hombre. Con palabras de aliento. Y una actitud positiva - concluyó la mujer.
Margaret Atwood
No sólo quieren mi muerte, quieren mi silencio.
Mumia Abu-Jamal
No vi la explosión. Sólo las llamas. Todo parecía iluminado. El cielo entero. Unas llamas altas. Y hollín. Un calor horroroso. Y él seguía sin regresar.
Svetlana Alexijevich