La pena de muerte se convierte en un espectáculo y en un motivo de compasión desdeñosa para algunos; ambos sentimientos ocupan más el ánimo de los espectadores que no el saludable temor que pretende inspirar la ley.
Cesare Beccaria
En su compañía jamás gocé de una sola hora de felicidad, y, sin embargo, durante las veinticuatro horas del día no pensaba más que en tenerla a mi lado hasta la hora de mi muerte.
Charles Dickens
Difundir la ilustración en el pueblo es el medio más seguro y eficaz de moralizarlo y de establecer de una manera sólida la libertad y el respeto a la constitución y a las leyes.
Gabino Barreda
Tengo otro deber igualmente sagrado (que la responsabilidad): mi deber conmigo mismo.
Henrik Ibsen
Cualquier nuevo conocimiento provoca disoluciones y nuevas integraciones.
Hugo von Hofmannsthal
No existe la madre perfecta, pero hay un millón de maneras de ser una buena madre.
Jill Churchill
Dormir es distraerse del mundo.
Jorge Luis Borges
Si es una aventura miserable, todo el pueblo, toda la ciudad acude; pero si es un rayo de hermosura que viene a herir nuestro ojo, o un rayo de amor que viene a iluminar nuestro corazón, nadie se ocupa de ello.
Maurice Maeterlinck
A veces en la vida hay que saber luchar no sólo sin miedo, sino también sin esperanza.
Sandro Pertini
La luna, silenciosa, nadaba inmaculada sobre la superficie de un Danubio en calma que navegaba hacia un mar ajeno a las pasiones de los hombres.
Santiago Posteguillo
Los dioses nos dieron de la filosofía no su conocimiento, pero sí la facultad de alcanzar la sabiduría.
Séneca
Toda esposa rica exige servidumbre -de su marido-; pues, en medio de sus riquezas, quiere ser la reina.
¡Qué hermoso es sentirnos enamorados, y qué raro es saberlo!
Søren Kierkegaard
Todo arte es propaganda. Universal e ineludible propaganda; a veces inconscientemente, pero a menudo deliberada propaganda.
Upton Sinclair
Madrid es un amante buenísimo pero como novio es lo peor, te engaña en cuanto te despistas.
Use Lahoz
Ser bueno solamente consigo mismo es ser bueno para nada.
Voltaire