Yo pensaba que también podía ser heroico escaparse por gusto, sin más, por amor a la libertad y a la alegría, - no a la alegría impuesta oficial y mesurada, sino a la carcajada y a la canción que brotan de una fuente cuyas aguas nadie canaliza.
Carmen Martín Gaite
Hay muchos que se aprovechan de los inocentes.
Angelina Jolie
El vicio nos atormenta aun en medio de nuestros placeres; la virtud, empero, nos conforta aun en medio de nuestras aflicciones.
Charles Caleb Colton
El mismo sol funde la cera y seca la arcilla.
Clemente de Alejandría
No hay felicidad sin amor y no hay amor sin renuncias. El amor entre dos personas es complicidad y estar pendiente del otro.
Enrique Rojas
No merece la pena morir en un salto. Pero al menos matarse saltando desde la estatua de Jesús tiene algo de gloria.
Felix Baumgartner
En las revoluciones la autoridad recae en los mayores sinvergüenzas.
Georges-Jacques Danton
La estadística es la primera de las ciencias inexactas.
Hermanos Goncourt
Creo que en todo individuo hay cierta tendencia a un determinado mal, a un defecto innato, que ni siquiera la mejor educación puede vencer. - Y ese defecto es la propensión a odiar a todo el mundo.
Jane Austen
Aunque la justicia absoluta es inasequible en este mundo, sí es posible que aquellos que la buscan alcancen la necesaria para los usos prácticos de la vida.
John Ruskin
Te regalo un otoño, un día entre abril y junio, un rayo de ilusiones, un corazón al desnudo.
Juan Luis Guerra
La gente no la acaba jodiendo por liarse, por sentir lo que siente.
Marion Cotillard
Es esencial reforzar firmemente el ataque en el momento de cualquier pérdida de posición por parte de un adversario, para impedirle que se recupere.
Miyamoto Musashi
Dar la espalda a la sombra y volver el rostro a la luz, por débil que sea. Busca siempre un camino de salvación, una zona de bienestar, un medio de seguir adelante. Nunca se deja de hallarlos.
Noel Clarasó
El conocimiento tiene que ser mejorado, desafiado e incrementado constantemente o se desvanece.
Peter F. Drucker
Azules tus ojos. Azules y largos, como un deseo perezoso, cuando el cansancio pesa en tus párpados caídos.
Ricardo Güiraldes