La posesión más valiosa que puedes poseer es un corazón abierto, un instrumento de paz.
Carlos Santana
Solo con ver a alguien que lleva un parche en el ojo, ya te entran ganas de mirar. Para ver si es de mentira. O para ver el horror que hay debajo.
Chuck Palahniuk
El que se muda con la fortuna, confiesa no haberla merecido.
Diego de Saavedra Fajardo
Cada día la vida parece más poderosa, y puesto que tenemos el poder de existir, más asombrosa.
Emily Dickinson
La Comunidad Valenciana es el paradigma de la buena gestión económica y también política.
Francisco Camps
En Hungría todas la música original está destinada a las canciones o a las danzas.
Franz Liszt
Pero estas reflexiones rara vez ocuparon mi mente; me abandonaba al paso de las horas y, si alguna vez me embargaban pensamientos desagradables, los desechaba rápidamente. Cuando admiraba el verde recinto en que me hallaba prisionero, me inclinaba a pensar que estaba en un valle de ensueños y que más allá de las montañas sólo había un mundo de ansiedad y preocupaciones.
Herman Melville
No se puede ser infeliz a todas horas, porque es agotador.
Katherine Pancol
La poesía no es un viaje con un destino concreto, que sería la muerte, sino la misma libertad.
Ko Un
Dicen que las personas cambian la expresión de su rostro cuando ven o hacen aquello que les llena el alma y el espíritu.
Lena Valenti
Cuando en la mente del bebé surgen los conflictos entre el amor y el odio, el temor de perder al ser amado se activa, es un paso muy importante que se hace en el desarrollo.
Melanie Klein
Cuando se quiere dar amor, hay un riesgo: el de recibirlo.
Molière
Entrevistador: ¿Tienes algún problema con el alcohol? - Ozzy Osbourne: Si, no encuentro ningún bar.
Ozzy Osbourne
Dios no se arrepiente nunca de sus primeras decisiones.
Séneca
Doble valor tendrá el beneficio que otorgues sin que te lo hayan pedido.
Todo lo que pudo visualizar fueron visiones fugaces de rasgos sin relación entre sí: el contorno suave de sus pómulos en el sol, la ambarina oscuridad de sus ojos vivos, sus labios en forma de sonrisa amistosa que siempre estaban prontos a cambiarse en un beso ardiente.
Vladimir Nabokov