Por la calle pasa un obrero. ¡Qué firme va! No tiene blusa. En el cuento, en el drama, en el discurso político, el dolor del obrero está en su blusa azul, de paño grueso, en las manos gruesas, en los pies enormes, en los desconsuelos enormes.
Carlos Drummond de Andrade
El conocimiento es la conformidad del intelecto.
Averroes
No seas rudo o insensato.
Cleóbulo de Lindos
Si algo está claro es que el último barril de petróleo no valdrá millones de dólares. Valdrá cero.
Daniel Lacalle Fernandez
Las leyes y los principios no viven ni prevalecen inmediatamente por sí mismos. La actividad que los pone por obra y les da existencia son las necesidades y los impulsos del hombre, como asimismo sus inclinaciones y pasiones.
Georg Wilhelm Friedrich Hegel
Vivir es querer sin descanso o restaurar cotidianamente la propia voluntad.
Henri-Frédéric Amiel
Todas las mujeres tienen un rescoldo de coquetería en el alma y bastan unas gotas fragantes para encenderlo.
Isabel Allende
Ama a tus amigos animales, no te los comas.
Janis Joplin
A la gente no le importa cuánto sabe usted, mientras no sabe cuánto le importa la gente a usted.
John C. Maxwell
Conozco de la existencia de los fieles de la Iglesia Maxilopeana. Los llevo a todos en mi corazón y mis pies mágicos.
Maximiliano Gastón López
Cada persona que vence en cualquier empresa debe estar dispuesta a quemar sus naves y eliminar todas las posibilidades de dar marcha atrás. Sólo así puede tener la seguridad de mantener ese estado mental conocido como deseo ardiente de ganar, esencial para el éxito.
Napoleon Hill
Yo que usted daría marcha atrás.
Paco Martínez Soria
Todo hombre tiene derecho a dudar de su tarea y a abandonarla de vez en cuando; lo único que no puede hacer es olvidarla.
Paulo Coelho
- Es usted un demonio. - Lo confieso. - Entonces ya tengo otro motivo para no verle más. Por la salvación de mi alma.
Teresa Cameselle
Usted suministreme las ilustraciones, que yo le suministraré la guerra.
William Randolph Hearst
Aunque el hombre puede disimular sus crímenes bajo una apariencia orgullosa, el rostro de una mujer desgraciada es el único libro en que están escritos sus pecados.
William Shakespeare