Todo lo que nos irrita de otros nos lleva a un entendimiento de nosotros mismos.
Carl Gustav Jung
Pero, cuando se ha vislumbrado el Paraíso, ¿Cómo contentarse con la vida de todos? Lo que para los demás es la dicha, a mí me resultaba irrisorio. Y cuando, sincera y deliberadamente, decidí un día hacer como todos, coseché remordimientos para rato...
Alain-Fournier
Yo sé por qué no se sigue el justo medio: el hombre inteligente va más allá, el imbécil se queda más acá.
Confucio
Difundir la ilustración en el pueblo es el medio más seguro y eficaz de moralizarlo y de establecer de una manera sólida la libertad y el respeto a la constitución y a las leyes.
Gabino Barreda
Tanto si piensas que puedes, como si piensas que no puedes, estás en lo cierto.
Henry Ford
Libertad, la cantinela más necia de nuestra civilización. Pero sólo los que se ven privados de ella tienen una mínima idea de lo que significa.
Jim Broadbent
El respeto por uno mismo es la piedra angular de toda virtud.
John Herschel
Si sabes que tu cuerpo es tu enemigo, y enemigo de la gloria de Dios, al serlo de tu santificación, ¿Por qué le tratas con tanta blandura?
Josemaría Escrivá de Balaguer
La naturaleza es un poema que yace oculto bajo una forma secreta y maravillosa.
Juan Eusebio Nieremberg
El Baloncesto es mi refugio, mi santuario. Vuelvo a ser un niño en el patio. Cuando llego aquí, todo es bueno.
Kobe Bryant
Las armas del reino no se muestran al extranjero.
Lao-Tse
¿Cómo podemos entonces ser reacios a deshacernos de nuestros defectos?
Mao Zedong
Yo creo que el único premio posible es el dinero. Es mucho más decorativo que una estatuilla, porque puedes comprarte un traje de Armani.
Pedro Almodóvar
Un cuento siempre es inocente hasta que se demuestre lo contrario.
Sandro Centurión
Las ideas no duran mucho. Hay que hacer algo con ellas.
Santiago Ramón y Cajal
Las siete. A las siete me comunicaron que estaba en el hospital. Corrí allí, pero el hospital ya estaba acordonado por la milicia; no dejaban pasar a nadie. Sólo entraban las ambulancias. Los milicianos gritaban: los coches están contaminados, no os acerquéis. No sólo yo, todas las mujeres vinieron, todas cuyos maridos estuvieron aquella noche en la central.
Svetlana Alexijevich