El tiempo y yo contra quien sea.
Cardenal Richelieu
Enseguida un cantante que haga canciones de amor es un maricón. ¡Yo no soy maricón! Muchas veces me dan ganas de decir, y si lo fuera, ¿qué? Pues no pasaría nada. Va directamente relacionado con la inteligencia y la cultura de cada uno.
Alejandro Sanz
Un solo deseo basta para poblar todo el mundo.
Alphonse de Lamartine
De un sauce llorón una almendra se cayó
Amaia Montero
Los autores de revoluciones no pueden sufrir que otros las hagan después de ellos.
Anatole France
Lo único en el mundo peor que una mujer es otra.
Aristófanes
Es maravilloso estar vivo, aunque siempre duela.
Borís Pasternak
Una buena forma como podemos valuar nuestro desempeño en este mundo es preguntándonos qué tanto estamos siendo para los demás un beneficio.
Doménico Cieri Estrada
Sólo hay un camino para llegar, y mil para desviarse.
Jean de la Bruyere
Para que podamos mirar y tocar sin pudor las flores, sí, todas las flores y seamos iguales a nosotros mismos en la hermandad delicada, para que las cosas no sean mercancías, y se abra como una flor toda la nobleza del hombre: iremos todos hasta nuestro extremo límite, nos perderemos en la hora del don con la sonrisa anónima y segura de una simiente en la noche de la tierra.
Juan L. Ortiz
En Orion lo importante era la misión.
Michael Keaton
El infierno está dentro de ti, así como el paraíso.
Osho
¿Qué es el sueño sino la imagen fría de la muerte?
Ovidio
La deuda social exige la realización de la justicia social. Juntas, nos interpelan a todos los actores sociales, en particular al Estado, a la dirigencia política, al capital financiero, los empresarios, agropecuarios e industriales, sindicatos, las Iglesias y demás organizaciones sociales.
Papa Francisco
En la cultura depredadora, el trabajo se asocia en los hábitos de pensamiento de los hombres con la debilidad y la sujeción a un amo. Es, en consecuencia, una marca de inferioridad y viene por ello a ser considerada como indigna de un hombre que ocupa una buena posición.
Thorstein Veblen
Agradece al tiempo que, mucho más sabio que tú, no apresure tus horas de dolor ni se demore en tus momentos de dicha, sino que te los mida con la misma igualdad, con la misma ecuanimidad generosa.
Vicente Gaos