Siempre hay una señora anciana que se dirige a los niños con muecas y diciendo cosas estúpidas con un lenguaje informal lleno de cucu y coco y pichipachiù. Por lo general, los niños miran muy seriamente a estas personas que han envejecido en vano; no entienden lo que quieren y vuelven a sus juegos, juegos simples y muy serios.