Si tienes que dar a tu hijo un regalo, que sea el entusiasmo.
Bruce Barton
¡Si todo se supiese, ardería el mundo!
Andrés Rábago García
Y yo respiro, y ando, y caigo, y giro y vuelvo a ver los árboles sedientos y los pájaros disparados en la embriaguez de la música del viento y estoy inmóvil y absorto y maravillado de un día más en el pecho ardiendo.
César Brañas
¡Déjalo, Koba! No te pongas en ridículo. Todo el mundo sabe muy bien que la teoría no es tu fuerte.
David Riazánov
Ganas fuerza, coraje y confianza por cada experiencia en la que realmente te detienes a mirar el miedo en la cara. Te puedes decir a ti mismo: 'He sobrevivido a este horror y podré enfrentarme a cualquier cosa que venga'. Debes hacer lo que te crees incapaz de hacer.
Eleanor Roosevelt
Yo siempre he sufrido por la muchedumbre.
Friedrich Nietzsche
La película es lo primero, siempre.
Gael García Bernal
No es nada fácil abandonar la virtud; ella atormenta durante mucho tiempo a los que la abandonan.
Jean-Jacques Rousseau
Para ejercer una influencia benéfica entre los niños, es indispensable participar de sus alegrías.
Juan Bosco
Encontrar el medio que estimula tu imaginación, con el que te encanta jugar y trabajar, es un paso importante para liberar tu energía creativa.
Ken Robinson
Hoy tenemos la obligación de ofrecer nuestras habilidades, nuestra inteligencia emocional y nuestra generosidad al mundo, que tanta falta le hace.
Laura Gutman
Moriré cuando me llegue la hora. Así que déjame vivir mi vida como quiera.
Lil Wayne
No te fíes de un animal herido, Me he perdido.
Nacho Vegas
No existe ningún problema que no te aporte simultáneamente un don. Buscas los problemas porque necesitas sus dones.
Richard Bach
Cuide su ira para mantenerla caliente.
Robert Burns
Se derrama el misterio como un papel ajado, atropellando nuestro circo de asombro, todo el esperar castillos y brujas para salirnos del cuerpo como buscando los ángeles, los barriletes huidos, esos interminables bosques de lobos y caperuzas, esas casas de chocolate, de enanos y gigantes, esos silencios de la siesta en que uno cree volver al beso.
Roberto Jorge Santoro