Escúchelos. Los hijos de la noche. ¡Qué música la que entonan!
Bram Stoker
Si se comen mi carne los lobos, no podré robarles la mitad.
Charly García
Comprende la vida porque no es suficientemente inteligente para no comprender.
Clarice Lispector
Las bombas inteligentes, que tan burras parecen, son las que más saben. Ellas han revelado la verdad de la invasión. Mientras Rumsfeld decía: “Estos son bombardeos humanitarios”, las bombas destripaban niños y arrasaban mercados callejeros.
Eduardo Galeano
Es una blasfemia beber té en un vaso de papel.
Emma Thompson
La ciencia natural no es un instrumento que sirva para investigar lo insondable; su papel el de decidir sobre la existencia o inexistencia de Dios.
Erwin Chargaff
No necesitas una espada para cortar dos flores.
John Lennon
La tarea más laboriosa de los amantes no consiste en hacer el amor, sino en deshacerlo.
Juan Gelman
Aspiro a ser alguien que escribe siempre por primera vez, aunque sean tenues sombras de un pasado remoto. Mi presente no es lo que media entre el ayer y el hoy, sino la fusión de ambos.
Ko Un
Cuando estoy de vacaciones o en mi barco, estoy con el correo electrónico todos los días. Yo siempre estoy merodeando alrededor de Internet en busca de lo que nuestros competidores están haciendo.
Larry Ellison
La verdad de ninguna cosa tiene vergüenza sino de estar escondida.
Lope de Vega
No hay objeto tan feo que, en determinadas condiciones de luz y sombra o de proximidad con otras cosas, no parezca bello. No hay objeto tan bello que en determinadas condiciones no parezca feo.
Oscar Wilde
La esperanza y la paciencia son dos soberanos remedios para todo, son el descanso más seguro y el más blando cojín sobre los cuales podemos reclinarnos en la adversidad.
Robert Burton
No hay principio de filosofía o de religión que no pueda ser bien o mal aplicado; todo depende del corazón, de la índole de nuestro corazón.
Ugo Foscolo
Nadie nos va a encontrar ni conspirando ni coludiéndonos con los enemigos de la democracia.
Valentín Paniagua
Aquella mañana, la curva del horizonte iba hacia abajo, pero te aseguro que la de mis labios iba firmemente hacia arriba, esbozando una sonrisa.
Yann Martel