Hay dos formas de ejercer la fuerza: una es hacia abajo, la otro tirando.
Booker T. Washington
Nosotras las actrices de cine siempre acabamos solas, ¿Quién sabe?, tal vez eso es lo que queremos.
Bette Davis
Usted a mí no me da lecciones.
Celia Villalobos
Al carajo con la verdad. El estilo es más importante: cómo hacer una por una cada cosita.
Charles Bukowski
Mi corazón único y noble tiene sus testigos en todos los países del amor que a tientas despertarán; y cuando el sueño ciego caiga sobre los sentidos en acecho será sensual el corazón aunque haya cinco ojos que se quiebren.
Dylan Thomas
La comunicación es normalmente un proceso doble: por un lado, alguien trata de enviar un mensaje; por otro, alguien trata de entenderlo.
Edward De Bono
Le diré a Mamá que has bebido una pinta en el ataud de Eugene.
Frank McCourt
Lo más importante que aprendí a hacer después de los cuarenta años fue a decir no cuando es no.
Gabriel García Márquez
Nunca he podido soportar que me obliguen a hacer lo que no quiero y cuando no quiero. En cambio, si me permiten hacer lo que quiero, cuando quiero y del modo que quiero, lo hago con un empeño superior a la media.
Haruki Murakami
He dicho, y sigo creyendo cada día con más enérgica convicción, que la sociedad humana es aristocrática siempre, quiera o no, por su esencia misma, hasta el punto de que es sociedad en la medida en que sea aristocrática, y deja de serlo en la medida en que se desaristocratice.
José Ortega y Gasset
La alta filosofía nos enseña a no ser demasiado filósofos.
Joseph Joubert
Esa mujer es la luna, que en azar de amable guerra, va arrastrando por la tierra mi esperanza y mi fortuna.
Leopoldo Lugones
Hay ciudades que son fotografías nocturnas de ciudades.
Luís García Montero
Solo los dioses son reales.
Neil Richard Gaiman
La ciencia de adquirir riquezas está en encontrar cierta cantidad de hambrientos, pagarles tres monedas, hacerles producir por diez, amontonar una fortuna y acrecentarla de inmediato mediante algún golpe de mano con ayuda del Estado.
Piotr Kropotkin
La más grande infelicidad es ser presa del temor cuando ya nada queda que esperar.
Séneca