Trabajar en el cine era vergonzoso, era lo más despreciable. Gracias a Dios se inventó la televisión.
Billy Wilder
Parte principalísima de toda cosa es el principio.
Anónimo
El oportunismo político ya se da en la Constitución de Cádiz. Es desolador ver cómo el español repite los errores, cómo se carga lo que se le ponga delante.
Arturo Pérez-Reverte
La enseñanza se ha puesto muy complicada, y uno ya no sabía ni qué enseñar, ni cómo enseñar, ni a quién enseñar.
Gonzalo Torrente Ballester
Noche de primavera, corre la muchachita con las estrellas.
Hashimoto Takako
Defiende tu derecho a pensar, porque incluso pensar de manera errónea es mejor que no pensar.
Hipatia de Alejandría
Las personas que tienen éxito en el mundo del espectáculo creen que pueden hacer de árbitros en los asuntos morales y políticos.
Joel Schumacher
El abismo no tiene límites ni vacío, porque yo soy el abismo; lo infinito está lleno de mí. Pero yo, a quien nada puede contener, me retiro y no extiendo por todas partes mi bondad, que es libre de obrar o de no obrar: el hado y la necesidad en mí no influyen: mi voluntad es el destino.
John Milton
Si a un pueblo no le importa morir ¿de qué sirve amenazarlo con la muerte?
Lao-Tse
Los que se enamoran de la práctica sin la teoría son como los pilotos sin timón ni brújula, que nunca podrán saber a dónde van.
Leonardo da Vinci
Hay una clase de autómatas que ofrecen el mayor interés: los que imitan, no los gestos, sino las acciones del hombre.
Leonardo Torres Quevedo
De momento la inmortalidad sólo la han conseguido el plástico biodegradable y las prótesis que se llevan los muertos a las tumbas.
Manuel Vicent
Se aprecia mucho mejor el fondo de los valles cuando se está en la cumbre de las montañas.
Marlene Dietrich
Los dos extremos de una cuerda pueden estar muy alejados, pero son la misma cuerda.
Rafael Chirbes
Tengo un período de aterradora claridad en esos momentos en que la naturaleza es tan bella. Ya no estoy seguro de mí mismo, y los cuadros aparecen como en un sueño.
Vincent van Gogh
Es la función de todo comandante aquella de hacerse odiar por sus soldados, para que cuando acometan una orden en batalla la ejecuten con todo ese odio que reservan para ti, el odio extremo que les lleva a matar... Pero nunca pude imaginar que se pudiera llegar a odiar tanto, tanto odio, que se negaran a obedecer las órdenes de un superior; no se puede odiar tanto, no es posible.
William Faulkner