Llevo conmigo todas mis cosas.
Bías
Amada mía, querida mía, Ay, Patria mía. De tumbo en tumbo, se pierde el rumbo de la alegría. ¡Vamos arriba! Que no se diga que estás llorando; que tus heridas mal avenidas se irán curando.
Alberto Cortez
No hay nada que incremente más la lujuria que lo prohibido.
Blanca Miosi
Muchas cosas hay de las que creemos no poder prescindir; después, cuando se pierden o se renuncia a su posesión, advertimos que podemos pasar muy bien sin ellas.
Carlo Dossi
Una lengua es más que una obra de arte; es matriz inagotable de obras de arte.
Castelao
¡Ay! Cuán falsa es la religión que hace del agravar el sufrimiento de otros nuestro mediador con ese Dios que quiere que se salven todos los hombres.
Charles Maturin
Ha pasado un camión del ejército, el mismo de ayer, en la parte de atrás dos soldaditos envueltos en una manta. No he tenido el valor de dispararles ni he tenido suficientes reflejos para capturarlos.
Che Guevara
Se debe temer sólo aquello que puede perjudicar a otro; lo demás, no, que no da miedo.
Dante Alighieri
Todo lo que sucede es sólo una parábola.
Goethe
Ésta es la última conclusión de la sabiduría: la libertad y la vida se merecen si se las conquista todos los días.
Duele tanto la rutina de una vida siempre igual, la costumbre duele tanto, que esta noche, liberado del perfume de oficinas, ¡quiero música, maestro, hasta morir!
Homero Expósito
No me gusta el trabajo, como a ningún hombre le gusta, pero sí que aprecio lo que hay en el trabajo, la oportunidad de descubrirse a sí mismo.
Joseph Conrad
La ociosidad hace siempre inconstante al espíritu.
Lucano
Un niño siempre puede enseñar tres cosas a un adulto: a ponerse contento sin motivo, a estar siempre ocupado con algo y a saber exigir con todas sus fuerzas aquéllo que desea.
Paulo Coelho
En el odio al español como invasor, andamos muy cortos los BizKainos patriotas de hoy, comparados con aquellos de otros siglos que en su idioma llamaban extranjeros a los españoles y los recibían a flechazos y a tiros.
Sabino Arana
¿Quién puede bajar los ojos como una mujer? ¿Y quién sabe alzarlos como ella?
Søren Kierkegaard