Hacer algo bien vale más que decirlo bien.
Benjamin Franklin
Un solo deseo basta para poblar todo el mundo.
Alphonse de Lamartine
Este mundo es una profecía de futuros mundos.
Edward Young
La idea de España me la sopla. Es una idea metafísica que no me produce ni frio ni calor. Lo que hay que defender son los derechos ciudadanos.
Fernando Savater
Un emprendedor no puede limitarse a jugar sobre seguro. Su mentalidad tiene que ser, necesariamente, la de asumir un gran riesgo. Si teme que, en un determinado momento, se le vaya a estigmatizar por un fallo, estará cometiendo una equivocación dramática.
Howard Schultz
He aprendido que los errores pueden ser tan buenos profesores como el éxito.
Jack Welch
Ese amor me ha ido viniendo tan gradualmente que apenas sé cuándo empezó.
Jane Austen
Sangre debo llorar, llorar mis ojos, al pensar de mi padre en la existencia.
José Eusebio Caro
¿Tú quién eres? -dijo, mirándolo de una forma asombrosamente directa. Tenía que ser un niño el que te hiciera la pregunta más difícil de todas, pensó Greg.
Ken Follett
El renombre del rico termina con su vida; se recuerda el tesoro, pero no al atesorador. Muy otra es la gloria de la virtud de los mortales que la de sus tesoros.
Leonardo da Vinci
Dirigir no significa tan sólo decidir la orientación general y las medidas políticas específicas, sino también establecer los métodos de trabajo correctos.
Mao Zedong
Aunque es necesaria la virtud, no se necesita demasiado de ella; el exceso es siempre un defecto.
Monvel
Era el antiguo proverbio: el dinero hace al hombre; lo hace más puro que los ángeles, y para demostrar lo contrario, hay que tener al menos tanto dinero como él.
Morris West
Yo no creo que podamos permitirnos cambiar nuestro juego sólo por un oponente en particular con el que jugamos.
Roger Federer
Tal es mi decisión: lo que es por mí, nunca tendrán los criminales el honor que corresponde a los ciudadanos justos; no, por mi parte tendrá honores quienquiera que cumpla con el estado, tanto en muerte como en vida.
Sófocles
Vetinari alzó una pálida mano cuando Vimes abrió la boca para protestar.
Terry Pratchett