Es poderosísima la fuerza de la costumbre para hacer no sólo tratables, pero dulces, las mayores asperezas.
Un hombre no puede cambiar el mundo pero un hombre puede comunicar el mensaje que cambiará el mundo.
Y ganar, y ganar, y ganar, y volver a ganar, y ganar, y ganar, y ganar, y eso es el fútbol, señores.